Convento

Origen del Convento

Convento fundado en 1648 por María Navarro de Ezquiaga, hija del infanzón don Miguel Navarro, y por Domingo Tolosso Gascón. Aunque hubo varias aportaciones, fueron ellos quienes contribuyeron con una mayor cantidad económica para su construcción.
En un primer momento, el convento se alojaba en la vivienda de María Navarro, donde había 9 monjas. Pronto se les hizo pequeño, y unos cuarenta años después de su fundación, las religiosas habían reunido el suficiente dinero para comenzar con ciertas garantías la fábrica de un nuevo Convento.

Poco a poco, desde su fundación, las monjas Carmelitas se fueron asentando en la localidad.
Las principales fuentes de ingresos del convento eran las dotes de las hermanas que profesaban cuando tomaban los hábitos, las limosnas y las donaciones de particulares, las rentas agrícolas de sus propiedades, los censos y las capellanías que les habían dejado sus bienhechores.

Arquitectura

El claustro situado junto a la nave de la iglesia, en el lado del evangelio, tiene dos alturas con series de arcos de medio punto doblados, con impostas a nivel de antepechos y de sálmeres.
La pieza más interesante de las conservadas se encuentra en el interior del convento, es una escalera de planta imperial construida con pies derechos y barandillas de madera, también se conservan las cubiertas de madera de varios lados del claustro.

La fachada principal del conjunto recae sobre la huerta, con un muro de mampostería de tres pisos con huecos guarnecidos por rejas de forja y solana superior con celosía, sobre la que aparece una campanil de ladrillo con decoraciones de esquinillas y coronación del frontón. La cornisa es de ladrillo con dos filas de esquinillas y una intermedia de taqueado.

Sobre la puerta de la entrada principal se encuentra una inscripción tallada en madera, escrita en caracteres arábigos, que dice: «Toda persona que entre por esta puerta con devoción gana treinta días de perdón de sus pecados».

La iglesia

La iglesia es de planta de cruz latina con una nave de tres tramos cubierta, al igual que los brazos y el presbiterio con bóveda de medio cañón con lunetos y con un crucero sobre el que se sustenta una cúpula sobre pechinas. Carece de capillas laterales y la ornamentación es muy sobria con pilastras y entablamento de molduraciones rectas.

Destaca el retablo mayor de estilo barroco dedicado a san José.

En la actualidad

Este convento, que se ha mantenido vivo durante cerca de cuatro siglos, conserva sus instalaciones en perfecto estado. Actualmente conviven en él más de una decena de religiosas. Viven en austeridad, pobreza y oración. Trabajan abasteciendo de obleas, preparando la ropa y telas litúrgicas y elaborando dulces artesanales en el obrador del Convento.

Nuestra vocación

Monasterio de monjas contemplativas que, siguiendo el ejemplo de la Santa Madre Teresa de Jesús, viven entregadas a la oración, el silencio, la vida comunitaria y el trabajo del que se sostiene el Monasterio.


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